Editorial: Lili. A. B. Castro
31-12-2022
“Vengo de
un tiempo en que las cosas se conservaban por toda la vida”, “Todo tiempo
pasado fue mejor”, bella expresión del romanticismo, todo es relativo sería la
respuesta y debemos expresar nuestra opinión; con el andar de la historia, el crecimiento
poblacional, la conquista de nuevos territorios, el intercambio comercial, los avances
científicos y tecnológicos la aplicación de las ciencias sociales y económicas,
etc. todo esto nos ha traído a un
callejón cuya salida aún no se vislumbra con claridad. Hemos pasado por feudalismo, monarquía,
imperios, republica, democracias, capitalismo, socialismo, comunismo y la
humanidad no ha podido crear una organización social que garantice en grado
superlativo el ejercicio de la dignidad humana. El ser humano se ha dejado
deslumbrar por un crecimiento basado en satisfacción de sus necesidades
externas primarias pero muy poco se ha preocupado del crecimiento de los valores propios
del ser como persona. Por eso se habla de crecimiento económico donde todo se
vale; el engaño, la mentira, la explotación, saqueo de recursos, manipulación de autonomías nacionales mediante
elecciones fraudulentas, derrocamiento de regímenes que no sean de nuestros
afectos, todo esto es caldo de cultivo que justifica las guerras.
Si Freud nos
dice que la libido es el principal sueño que yace en el subconsciente humano,
creo que el amor al dinero no se queda atrás, hoy se acude a prácticas no muy éticas;
ya calidad y utilidad se miden en términos de rendimiento; antes las cosas
duraban más, eran fabricadas quizá con medios menos adelantados pero de mejor
calidad; celulares, computadores, lavadoras, microondas… electrodomésticos y
materiales de construcción en general. Por medios artificiales y maliciosos se
les disminuye la calidad y la vida útil, o se crean nuevas versiones estimulando
el ego de la gente, esto se conoce con el nombre de “obsolescencia programada”.
El hombre
ve en toda actividad humana el brillo del dinero; los derechos que son los
garantes de la dignidad se han convertido en medios de lucro, ejemplo, salud,
vivienda, educación; cuando está de por medio el dinero o “la sostenibilidad
fiscal” simplemente dejan de ser derechos y el ser humano se convierte en un
objeto que puede originar lucro. Existe
el “Internet de las cosas”, después vendrá el “Internet de las personas”, con
el señuelo de facilitar las cosas estaremos constantemente vigilados, en
nuestras preferencias, nuestra alimentación, qué leemos, qué hablamos, quienes
son nuestros amigos etc…. , es decir tendremos una “libertad coartada”, a
capricho de “nuestros gobernantes” quienes
a la vez son marionetas de unas corporaciones financieras cuyos dueños
permanecen en el ostracismo.